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A la mayoría de extranjeros en Arica no se les respeta lo estipulado por la legislación laboral chilena vigente

file_20121213112907En Arica y Parinacota viven 213 mil personas, según las últimas estimaciones del INE. A esta cifra hay que sumarle 25 mil habitantes más, que corresponden a la población flotante de extranjeros que se encuentra en la región por razones laborales.

De esta última cifra 14.577 son migrantes que habitan permanentemente en la zona, según el Departamento de Extranjería y Migraciones, del Ministerio del Interior. ¿El resto? Son los llamados “commuters”: foráneos que llegan a trabajar sólo por unos días, fijando residencia en sus países de origen.

La mayoría de ellos se desempeñan en lugares donde “no se les respeta lo estipulado por la legislación laboral chilena vigente”. Y “pese a ser una de las regiones con más concentración de extranjeros, en Arica no existe una oficina de migrantes, como sí hay en comunas de Santiago y otras provincias”.

Estas son algunas de las conclusiones expuestas en el libro “Migración y Trabajo: Estudio y propuestas para la inclusión sociolaboral de migrantes en Arica”, que será lanzado mañana en la ciudad nortina.

Se trata de una investigación realizada por el Servicio Jesuita para Migrantes, en conjunto con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

El trabajo incluye entrevistas a 220 extranjeros (fundamentalmente peruanos, colombianos y bolivianos) que trabajan en la XV Región. Los más afectados por condiciones laborales, que el estudio denomina “precarias”, serían los ciudadanos provenientes de Bolivia, en su mayoría dedicados a actividades agrícolas.

“Casi ninguno de ellos tiene contrato; el 60% no conoce sus derechos como trabajador y el 40% no sabe qué trámites debe realizar para regularizar su situación laboral”, asegura la investigación.

El sacerdote José Tomás Vicuña, director de la sede Arica de este Servicio a Migrantes, destacó que “si los propios chilenos que viven acá reclaman la falta de políticas del Estado, qué les queda a los migrantes. Están en peores condiciones laborales que en Santiago y no existe ningún servicio público que trabaje con ellos”.

Santos Mamani (36) es boliviano y se desempeña en Arica en la cosecha de tomates. Sus jornadas parten a las 7.00 y a veces terminan pasadas las 18.00, por una remuneración de $ 6.000 diarios. “Sé que nos están explotando, pero ahorro todo lo que puedo, porque mi objetivo es comprarme un camión y poder trabajarlo”, dice.

El estudio da cuenta de que al ingresar a Chile, estos extranjeros “se sientan en plazas aledañas al terminal de buses, a la espera de chilenos que llegan a ofrecerle trabajos que se pagan sin contrato (…) La mayoría consigue empleos en restaurantes, bencineras y ferias”, se advierte en el libro.

Fuente: La Tercera