MAM: Acerca de la Amnistía Migratoria en Chile
Las personas emigramos de nuestros países de origen por diversas causas, siendo las más dramáticas –aunque no las únicas- las razones económicas, políticas o religiosas. El Movimiento Acción Migrante se adscribe a entender la movilidad humana como un derecho inalienable, tal como lo declara el artículo 13 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en este sentido, las legislaciones en el mundo deben garantizar el respeto a nuestros derechos esenciales más allá de si contribuimos económica, social o culturalmente.
No se concibe que en pleno siglo XXI y con todas las experiencias de migraciones en el mundo, aún se convierta la indocumentación en ilegalidad, construyendo inmediatamente una categoría que genera ciudadan@s de segunda clase.
Para fomentar la democracia participativa, los países deben en primer término erradicar la identificación de personas con el calificativo de ILEGAL e ir más allá sancionando por ley su uso para quienes lo hagan, no sólo en el ámbito público sino también en el espacio privado.
Aparentemente se trata de cambios formales, teóricos, pero que en la práctica significan transformaciones sustanciales en temas como la deportación, el establecimiento de requisitos de ingreso y salida de personas; y, no menos importante, cambios en las definiciones que la propia comunidad migrante ha asumido, sin tomar el peso de que el lenguaje construye realidades.
Amnistía migratoria: la verdad que oculta y el mito que fortalece
Cuando se habla de amnistía se hace referencia a la “acción y el resultado de perdonar una pena, ofensa o deuda”. En este sentido ¿de qué ofensa hablamos? cuando el marco legislativo migratorio chileno, pone trabas para que las personas en movilidad accedan a regularizar su situación migratoria, cuando el sistema de visas estimula por sí mismo la irregularidad convirtiéndola en un círculo vicioso. Nos han querido endosar esta injusticia, atribuyéndonos a los propios migrantes una supuesta “irresponsabilidad, un perjuicio”. Otro mito más que debe desmentirse.
Si bien es cierto que el término amnistía es usado universalmente, esto no quiere decir que dé cuenta de estos escenarios, más bien los oculta. Insistimos en que el lenguaje construye realidad, ya se reflexionaba sobre esto junto con otros sectores en las XVI Jornadas Migratorias organizadas por Incami en agosto de este año, enfatizando que detrás de las cifras hay un grupo de personas y que detrás de los conceptos se van consolidando prejuicios y discriminaciones. Y son definiciones que se volverán a tocar en el II Taller sobre Derechos Humanos y Nueva Ley Migratoria que realizaremos el 2 de octubre a las 17:00 en el Ex Congreso (Morandé 441).
La regularización es un acto de justicia aunque sea solo un parche
La regularización migratoria que planteamos es un acto de justicia que posibilitaría el acceso a una visa definitiva con el fin de dar una respuesta a la precarización de nuestras comunidades. Sin embargo, debemos ser claros en que la regularización coyuntural, es un parche que no resuelve el problema estructural, ya que el actual sistema de visas es tan restrictivo que es muy difícil acceder desde una visa de turista, a una temporal y desde ésta a la definitiva. Entre una y otra visa se genera un espacio propicio para la indocumentación y de ahí, a la vulneración.
El MAM propone que la nueva ley migratoria arroje un articulado que pase de la seguridad del territorio y del mercado, a la seguridad de las personas. Que el nuevo sistema de visas garantice el acceso a la permanencia regular de nuestras comunidades y que, como principios sobre los que se estructure, parta del derecho a la libre circulación y la garantía de igualdad.
Es por esto que la apuesta del Movimiento va más allá de la actual coyuntura en defensa de un nuevo proceso de regularización, el desafío es cooperar en la creación de una ley que respete la dignidad de las personas, legitimando ampliamente en la sociedad, tanto chilena como migrante, esta mirada concentrada en la seguridad de las personas, en la inclusión social, en la democracia y participación, como un tema que no le compete solo a l@s migrantes.
El trabajo del Movimiento se centra en instalar un pensamiento crítico entre las comunidades, reflexionar con profundidad sobre estos temas, para que las decisiones recaigan directamente en las personas que han tomado conocimiento de la realidad y que responsablemente se hagan cargo de ellas, independientemente de sí coincidimos o no.
Una comunidad que no dependa de representantes, sino que sea un todo multicéntrico. Ello solo es posible desde la participación transversal, sin imponer agendas o conceptos preestablecidos.
Finalmente, no se trata solo de regularizar, de dar una amnistía, de crear otros marcos legislativos, se trata de fomentar la democracia participativa de nuestras comunidades excluidas y que son parte de un Chile en el siglo XXI.