20 de junio, Día de las Personas Refugiadas
El 20 de junio se conmemora el Día Mundial de las Personas Refugiadas. Son personas que han tenido que dejarlo todo y abandonar su país debido a causas que ponen en serio riesgo su vida y la de sus familias: guerra, persecución de bandas armadas, inseguridad, amenazas por las propias creencias religiosas o políticas, por origen étnico o nacionalidad, por un desastre natural o por un conflicto generalizado.
En nuestro continente hay más de 600.000 personas que se encuentran en esa situación. Muchas han huido del conflicto de Colombia y se encuentran en la zona Andina, en Ecuador, Venezuela, Perú, llegando hasta Chile, y también en Panamá para moverse hasta Estados Unidos. Pero también hay un número creciente de personas que huyen de la cada vez peor violencia e inseguridad social en Centroamérica y México.
El terrible terremoto de Haití del 2010 generó un nuevo flujo de personas hacia República Dominicana y varios países de América Latina, Brasil en particular. Por nuestro continente pasan además personas que huyen de las guerras en Siria, en Iraq o Somalía, personas que arriesgan cruzar el océano Atlántico para salvar sus vidas. De acuerdo al derecho internacional, las personas refugiadas tienen el derecho de ser recibidas en otro país y gozar ahí de protección y del ejercicio de sus derechos básicos a la educación, trabajo, salud, etc. Sin embargo, en nuestro continente los estados limitan cada vez más el reconocimiento de esos derechos y con frecuencia regresan a los refugiados a sus países de origen, lo que supone un enorme riesgo para sus vidas. Además, hoy en día los mismos acuerdos internacionales sobre el reconocimiento de las personas refugiadas resultan insuficientes porque no toman en cuenta las nuevas causas y los nuevos actores de violencia que están obligando a muchas personas a abandonar su país, tales como las bandas criminales, las maras, el clima generalizado de violencia, entre otros. Es necesario actualizar las leyes para que cumplan su sentido originario de ofrecer protección para las personas refugiadas.
Practicar la hospitalidad requiere superar los prejuicios, el temor, la desconfianza o los intereses egoístas y abrirse a la otra persona, reconociendo su dignidad, su dolor y su fuerza, desde la convicción de que podemos buscar juntos el bien común. La hospitalidad supone una actitud revolucionaria que acorta distancias entre próximos-prójimos y apunta a que otro mundo es posible: un mundo más humano, fraterno, justo y libre.
Fuente: Ciudadano Global